documentos de pensamiento radical

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jueves, 13 de mayo de 2010

EL MONO BORRACHO Y EL DERECHO A LA EBRIEDAD



Es un hecho comprobado que los elefantes, los monos, los osos y otros mamíferos superiores se emborrachan a sabiendas con cualquier fuente de azucar natural fermentado, o a través de una gran variedad de plantas y hongos psicoactivos. En nuestras ciudades también hay perros que han criado afición a las sobras de botellón, pero el recuerdo más hermoso que tengo al rspecto es haber contemplado una avispa dando tumbos después de haber probado las uvas caídas de una parra. Los humanos no somos una excepción a estas observaciones de la conducta animal, porque la mayor parte de la población adulta de la tierra visita esa deseada alteridad mental de la ebriedad frecuentemente a través de fármacos y sustancias legales o ilegales. Millones de indios pobres te enseñaran sus encías rojas de mascar betel, y en ese permanente y suave coloque sobrellevan sus largas horas de trabajo, intentando despistar las sensaciones de la fatiga y el hambre. Los niños del pegamento son como pequeños animalillos salvajes en todas las urbes pobres del planeta, los sintecho ocultan vino futurista en tetrabrick junto a sus casitas de cartón, y los heroínómanos que pasean despacito sus ropas deportivas holgadas por las grandes ciudades del primer mundo, constituirían la cara más negra y evidente de la ebriedad, aunque el consumo masivo, recreacional o terapeútico (no entremos en el misterio del nombre y la intención de los actos) no sea tan visible y se mantenga siempre discreto, oculto, pero cuantificable con cierta precisión a través de la producción mundial de ansiolíticos, antidepresivos, barbitúricos, estimulantes, relajantes, euforizantes y un largo y creciente etcétera, siempre disponibles y continuamente provistos vía receta, bar, estanco, smartshop o minorista clandestino. La demanda mundial de lo que emborracha siempre ha sido inmensa, y sigue y seguirá creciendo, o dicho de otra manera, la guerra contra la droga se perdió antes de empezar.
Para resumir, me gustaría señalar los aspectos más terribles de las legislación prohibicionista común, con pequeñas diferencias, a todos los estados, a saber:
-La guerra contra las drogas es muy cara, y jamás se ganará. Las leyes del mercado en la economía global son ahora más invencibles que nunca.
-La prohibición hace que las sustancias ilegales carezcan de análisis e información, y fomenta peligrosas adulteracionas.
-Las cárceles del primer mundo están llenas en su mayor parte de drogodependientes detenidos por delitos relacionados con la droga. La sinrazón prohibicionista llega al extremo de castigar más duramente el tráfico y la posesión que otros delitos mayores como el asesinato.
-La prohibición está fuertemente tintada por las culturas locales; el alcohol y el cannabis pueden ser tolerados o perseguidos, según en qué casilla estatal te estés moviendo.
-La prohibición es el motor de gigantescos beneficios; Afganistán, país tutelado por las potencias occidentales, es el mayor productor de opio del planeta. Los fuertes intereses relacionados con la producción y el comercio de la droga contaminan a casi todos los gobiernos, en mayor o menor medida. Varias naciones africanas son consideradas narco-estados o gobiernos cautivos del negocio, y curiosamente nunca aparecen en las noticias.
-La prohibición metió en el mismo saco una variedad enorme de sustancias: algunas de ellas, como los enteógenos, claves para el conocimiento de la mente y el alma humanas, y asociadas de muy antiguo a prácticas mágicas y religiosas; otras con un enorme potencial terapeútico, demostrado en aplicaciones médicas, psiquiátricas. y psicológicas.

En conclusión se puede decir que la prohibición provoca pequeños ajustes, pero no detiene ni la oferta, ni la demanda, (verbigracia el caso del duro y desigual matrimonio entre los EE.UU. y Colombia) generando: violencia, dolor, terror y castigo para lo más débiles; corrupción, enormes beneficios, y grandes cuotas de influencia y poder ocultos sobre los gobiernos; y por último, toda esta farsa planetaria supone para todos un coste económico inútil que puede ser destinado para fines más nobles. Al igual que muchos derechos que nos dejamos robar en algún momento de la historia y otros que aún no han sido conquistados, la prohibición constituye en esencia la negación de nuestra ancestral libertad farmacológica. Muy probablemente en el futuro contaremos con un nuevo derecho fundamental, el derecho a la ebriedad.

3 comentarios:

  1. La prohibición es sólo formal, y lo sabes Daniel; no hay nada más potenciado desde el poder que las drogas de todo tipo, porque no hay nada más seguro para seguir en el machito que mantener dormido o borracho al personal, día sí y día también.

    Prohibir sólo es una forma de hacer negocio y coartar la libertad personal, es verdad, y deberían despenalizarse; pero ensalzar el consumo de adormecederas sin discursar a la vez en el mismo texto sobre la necesidad de la educación en libertad y responsabilidad para saber elegir qué, cómo, cuando y hasta dónde, es jugar a favor del poder (sea éste Estado o Capital). Abrazos.

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  2. QUERIDA ISHTAR: NO CREO HABER ENSALZADO NADA, MÁS BIEN HE DESCRITO LA HUMANA AFICIÓN A LA BORRACHERA, CONSUSTANCIAL A NUESTRA ESPECIE Y A ALGUNAS OTRAS. LA DESINFORMACIÓN ES UNA CONSECUENCIA MÁS DE LA PROHIBICIÓN. EL CONSUMO LIBRE Y RESPONSABLE ES POR SUPUESTO LO IDEAL. MI ÚNICO DESACUERDO ES QUE NO TODO ES ADORMECIMIENTO QUE FAVORECE A NUESTROS CONTROLADORES; ALGUNAS DROGAS ENTEOGÉNICAS NO DUERMEN AL HOMBRE,SINO QUE MÁS BIEN LO DESPIERTAN.
    SALUD Y ABRAZOS DE DANIEL

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  3. La desinformación, mi querido Daniel, es producto del control, no de la prohibición; es algo creado a proposito. La desinformación no es no conocer todas y cada una de las clases de drogas existentes en el mercado y sus efectos(cosa que quien más quien menos si quiere sabe), sino creer que ellas te llevarán a un mundo mejor que el que nos han inventado y aceptamos ciegos; la desinformación es creer que consumirlas es revolucionario; y el control absoluto sobre nosotros es hacernos creer que nos despertarán a realidades mejores que las existentes, cuando sólo tenemos que mirar lo que hay alrededor, encontrar la luz en la flor de loto que ya crece a nuestro lado, y luchar (bien despiertitos a ser posible) para que no las pisen, haya cuantas más mejor, y nuestra vida no sea la de "productores mano de obra barata consumidores de química que nos haga olvidar por un rato" sino la de "oledores de flores locos e imparables".

    Salud y más abrazos.

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