documentos de pensamiento radical

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miércoles, 2 de junio de 2010

EL DIAMANTE QUE CORTA LA ILUSIÓN





Se dice que Hui-neng tuvo su primer despertar cuando, casi niño, oyó casualmente que alguien leía el Vajracchedika. De inmediato salió en busca del monasterio de Hung-jan en Wang-mei para que se le confirmara lo que había entendido y se le diera mayor instrucción. Más adelante nos será útil recordar que su primer satori le ocurrió espontáneamente, sin el concurso de un maestro. Su biografía lo representa como un campesino iletrado proveniente de las vecindades de Cantón. Parece que Hung-jan reconoció de inmediato la profundidad de su intuición, pero temiendo que sus orígenes humildes no le permitieran ingresar a una comunidad de monjes eruditos, el Patriarca lo puso a trabajar en la cocina.
Algún tiempo después el Patriarca anunció que estaba buscando un sucesor a quien pudiera transmitir su cargo junto con su manto y con la escudilla de mendigo (que se decía proveniente del Buddha), que eran sus insignias. Este honor iba a ser conferido a la persona que presentara el mejor poema donde se debía expresar cómo entendía el Budismo. El principal monje de la comunidad era un cierto Shen-hsiu, y todos los demás naturalmente supusieron que el cargo pasaría a sus manos, y por tanto no intentaron competir.
Shen-hsiu, sin embargo, dudaba de su propia interpretación y decidió presentar el poema anónimamente, y declararse autor sólo si el Patriarca lo aprobaba. Durante la noche, por tanto, colocó en el corredor, cerca de las habitaciones del Patriarca, las siguientes líneas:

El cuerpo es el árbol Bodhi;
la mente, como un brillante espejo de pie,
cuida de limpiarlo siempre,
sin dejar que junte polvo.

A la mañana siguiente el Patriarca leyó el poema y ordenó que se quemara incienso ante él, y dijo que todo el que lo pusiera en práctica podría realizar su propia naturaleza. Pero cuando Shen-hsiu lo fue a ver privadamente y le dijo que él era el autor, el Patriarca declaró que su interpretación distaba mucho de ser perfecta.
Al día siguiente apareció otro poema al lado del primero:

Jamás hubo un árbol Bodhi,
ni brillante espejo de pie.
En realidad nada existe,
¿dónde, pues, se va a juntar el polvo?

El Patriarca sabía que sólo Hui-neng podía haber escrito esto, pero a fin de evitar celos borró el poema con su zapato y llamó a Hui-neng a su cuarto en privado, de noche. Una vez allí le confirió el patriarcado, el manto, y la escudilla, y le pidió que huyera a las montañas hasta que los otros monjes hubieran apaciguado sus sentimientos heridos y llegara el momento oportuno para comenzar su enseñanza pública.

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