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sábado, 21 de junio de 2014

LEÓN FELIPE. EL POEMA PROMETEICO -fragmentos-



La primera aventura de Don Quijote no es ni la de Puerto Lápice ni la de los molinos, como quieren algunos. La primera aventura surge cuando el poeta se encuentra con la realidad sórdida del mundo, después de salir de su casa, llevando en la mano la Justicia. Cuando llega a la venta. No es verdad que nada épico sucediese allí. Allí comienza la hazaña primera y única que se ha de repetir a través de todo el peregrinaje del poeta. Porque no hay más que una hazaña en toda la crónica: el trastrueque, el trasbordo de un mundo real a otro mundo; de un mundo ruin a un mundo noble. Aparentemente no es más que una hazaña poética, una metáfora. Pero es una hazaña revolucionaria también, porque ¿qué es una revolución más que una metáfora social?

Don Quijote se encuentra en la venta con un albergue sucio e incómodo, con un hombre grosero y ladrón, con unas prostitutas descaradas, con una comida escasa y rancia y con el pito estridente de un castrador de puercos. Y dice en seguida: Pero esto no puede ser el mundo; no es la realidad, esto es un sueño malo, una pesadilla terrible.... esto es un encantamiento. Mis enemigos, los malos encantadores que me persiguen, me lo han cambiado todo. Entonces su genio prometeico despierta por la fuerza poética de su imaginación y la realidad de su imaginación es más fuerte y puede más que la realidad transitoria de los malos encantadores. Y sus ojos y su conciencia ven y organizan el mundo no como es sino como debe ser. Se produce entonces la gran metáfora poética que anuncia ya la gran metáfora social. Porque cuando don Quijote toma al ventero ladrón por un caballero cortés y hospitalario, a las prostitutas descaradas por doncellas hermosísimas, la venta por un albergue decoroso, el pan negro por pan candeal y el silbo del capador por una música acogedora, dice que en el mundo no debe haber ni hombres ladrones ni amor mercenario ni comida escasa ni albergue oscuro ni música horrible, y que nada de esto habría si no fuese por los malos encantadores. Estos encantadores se llaman de otra manera. Don Quijote sabe muy bien cuál es su nombre exacto, pero para denunciarlos se vale también de una metáfora...


...El poeta prometeico está con vosotros, ¿qué más queréis? Vuestra pequeña revolución económica y social de hoy cae, se defiende y se prolonga bajo la curva infinita de su vuelo. 

León Felipe. Ganarás la luz. Ed. Finisterre. México, 1974









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