documentos de pensamiento radical

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jueves, 28 de diciembre de 2017

3 poemas de MIGUEL MARTÍNEZ





Llamada internacional


Buenos días
sólo  llamo para deciros  eso
que cuando tengáis un  rato
leáis  nuestros libros de Historia
allí podréis comprobar
que fuimos más Nosotros cuando llegaron  Ellos
y sólo en el extraño espejo de los bárbaros
nos contemplamos pasmosamente griegos.


Que fuimos más romanos porque existió Cartago
y España fue un invento en contra de los otros.
Que los negros fueron hermanos de los negros 
porque los blancos les llenamos de muerte la mirada.
Que escribimos nuestra Historia
con el lápiz torcido de lo ajeno


Os digo que fuimos alemanes para no ser franceses
y europeos para no ser  americanos
y chinos
y escoceses
y australianos
y vascos
y vikingos
y todo es un espejo
enfrente de un espejo.


Escuchadme sólo llamo para deciros eso
que os necesitamos ahora
para ser un poco más humanos
que la cosa se está poniendo peligrosa
en este verde planeta enamorado
¡y que vengáis pronto¡
estimados  y desconocidos
extraterrestres.




Nietszche estaba equivocado


Dios está mayor
Dios no ha muerto todavía.
Dios lleva unos cuantos siglos
jubilado
Baja todas las mañanas
con su chándal de estrellitas
y sus manos a la espalda  
a contemplar el mundo.


Primero hace un poco de ejercicio
en una de esas bicicletas estáticas
que ponen en los parques
Dios se monta, pedalea
y lentamente van girando las galaxias.


Luego se sienta en un banco
a ver cómo el sol riega las calles
con su manguera de fotones
hasta que se cansa y se dedica
a alguno de sus pasatiempos favoritos:
incendiar algún arbusto
separar las aguas de los charcos
multiplicar salmones y baguettes
convertir el agua mineral en vino tinto
todas esas cosas que le gustaba hacer
en sus buenos tiempos.


Los domingos por la tarde
Dios juega a la petanca
con sistemas planetarios muy lejanos.
Los lunes madruga,
baja andando al bar de siempre
y se toma un carajillo
luego se gasta en una tragaperras  
algunas trayectorias de los átomos.  


Dios está mayor,
se aburre
a veces se queda dormido
en cualquier parte
la última vez mientras roncaba
 en su sillón de nubes
aquí abajo pasamos
dos guerras mundiales
veinticinco terremotos
y algunos genocidios.


El pobre ya no habla con nadie
y cuando la gente reza
sube el volumen de la lluvia.
Cada vez recuerda menos cosas
y ya no es tan omnisciente
como cuando era joven.


Son las cataratas del Niágara
las que tapan sus pupilas
los bosques nevados de Siberia
las canas que le han salido en la cabeza
el cambio climático
sus problemas de la próstata.


Él, que puso en pie la gravedad
que alicató el solito la Vía Láctea
que en su divina juventud
fue un Dios salvaje
de esos que por un pequeño enfado
desataban sin pensar El Gran Diluvio
y ahora, pobre
ya no le quedan fuerzas
para tanta omnipotencia.


Dios está muy pero que muy mayor
cada vez que sale de la ducha
y se mira en el espejo
se vuelve un poco más ateo.


El día que Dios se muera
no habrá grandes funerales
ni un coro de alondras y cigarras
entonando un réquiem
ni una bella explosión de supernovas


Dios se apagará despacio
en un tímido rincón de su universo
con la misma sencillez
con que se apaga la luz de la cocina  
sin hacer apenas ruido
lentamente
como se apagan siempre
las grandes ilusiones.




Mi jefe dice que soy un desastre


Usted me llama a su despacho y me pregunta
con el tono coloquial y el matiz paternalista
que emplean los jefes de hoy en día
Miguel, tío ¿qué te pasa últimamente?


Qué quiere que le diga, jefe
soy como el documento AC 387 / 21
tengo tendencia a traspapelarme
soy un pésimo informe de todas la reuniones conmigo mismo.
No sé, tengo el cerebro lleno de bolis que no pintan
puse a la muerte en la bandeja de correo no deseado
pero la muerte no es spam
y entonces el miedo se me hizo peludo y gigantesco
y ahora lo alimento como puedo
con arañas de nieve, sacapuntas salvajes
y millones de segundas veces.


Me pasa que todos los días
introduzco la cabeza en la fotocopiadora
y le juro por lo más sagrado que aparezco
en una gasolinera lluviosa de Oklahoma City.


Me pasa que mi conciencia es
la máquina de Coca-Cola del vestíbulo
siempre se atasca un pensamiento
y eso que mañana es viernes luego existo.
Me pasa que cuando quiero decir
buenas noches o te quiero mucho
termino por decir dos huevos fritos o
póngame otro menú XXL con doble de fracaso.


Me pasa que mantuve una intensa relación afectiva
con un ácaro que vivía en mi silla giratoria
nos gustaba dar vueltas
yo lo acariciaba muy despacio
como si fuera una gota de mercurio o una tecla rota
pero cuando le pedí que nos casáramos
me dejó por uno perfil falso de su Facebook.


Usted no quiere saber lo que me pasa
además su tiempo es oro de 24 quilates
y tiene que cuadrar su maravilloso balance
pero yo se lo cuento
una vez abrí un paraguas dentro de mi nariz
porque no había leído las instrucciones de los paraguas
y entonces empezó a llover
en todos mis recuerdos soleados.


Tiene usted razón
soy muy despistado
confundo pensar con estar vivo
cuando me toque el turno para morirme
me voy a despistar completamente
y se me va a colar un señor coreano de 95 años.


Es cierto que últimamente llego tarde
pero es que estoy analizando al microscopio
la composición química de los lunes por la mañana.
Pierdo el tren porque estoy absorto
leyendo un libro titulado
“No volveré a perder el tren”


Estoy de acuerdo con usted
algo me pasa
soy un completo irremediable y absoluto desastre.
Pero a veces
durante breves minutos luminosos
soy un desastre valiente
capaz de hacer un triple salto mortal sobre este teclado.


¿Sabe usted lo que es un poema?


Miguel Martínez. En Muturreko Ahotsak. Voces del Extremo. Loturaren Poesia / Poesía del Vínculo. Amargord Ed. 2017

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